Diseño; su magia y función
- Luis Maram
- 9 mar 2015
- 2 Min. de lectura
¿Qué es el diseño? ¿Debe permear la funcionalidad? ¿Debe hacerlo la estética? ¿Debe haber siempre un equilibrio? Aquí algunas reflexiones.
“La mayoría de los diseñadores del mundo centran todos sus esfuerzos en el desarrollo de productos y servicios exclusivamente para el 10% de los clientes potenciales de todo el planeta. Es necesaria una revolución en el diseño para poder alcanzar el otro 90%.“ Son palabras de Dr. Paul Polak y deja muy claro que el diseño va mucho más allá de lo que tradicionalmente entendemos.
Al estar tan inmersos en el marketing, nos hemos acostumbrado a creer que diseño es lo que se plasma en papel para fines publicitarios o de comunicación, o quizás en un concepto un poco más amplio, también incluimos algunos productos; sin embargo, todo lo que está a nuestro alrededor tuvo que ser diseñado en alguna ocasión, y de forma irónica e inverosímil, el diseño que pasa desapercibido, es a veces el más funcional, como los cubiertos con los que comemos o los mismos muebles que a diario utilizamos.
El diseño está conformado por dos caras básicas: la función y la estética, o en otras palabras, el hacer tangible la famosa frase de Jobs, El diseño no es sólo cómo se ve o cómo se siente. El Diseño es cómo funciona.
Este axioma queda claramente expuesto cuando vemos productos que no son de uso común y su diseño y funcionamiento en perfecto equilibrio es lo que los hace destacar; pensemos en smartphones, cámaras, consolas o incluso los automóviles.
Si bien estos productos exponen bien lo que tradicionalmente conocemos como diseño, equilibrando las dos facetas señaladas, hay otros en donde la estética recubre a la función, y su innovación o belleza es lo que nos atrae y enamora.
Y también está, claro, la tercera opción, que es que el aspecto funcional sobrepase al estético, como en el caso de herramientas de uso cotidiano. Este ejemplo es maravilloso; un solo utensilio y tres cubiertos en él.
Luego entonces, el diseño va mucho más allá de esa concepción tradicionalista y limitativa. Todo en nuestra vida diaria tuvo que ser diseñado, desde nuestra ropa hasta la tipografía en la que estás leyendo esta nota… Todo. Claro está que no todos tienen la capacidad para verlo, y mucho menos apreciarlo… Por eso es que se dice que ser verdaderamente un diseñador no es una profesión, sino una forma de vivir.
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